Dichos que justifican amores tóxicos
Ricardo Seoane Gutiérrez - Consejero Matrimonial y Familiar
Pareja / 22 febrero 2022
¿Se puede ser feliz sin amar? La experiencia humana desde su inicio, se ha encargado de decir que no. Es más, existen quienes aseguran que el amor ha sido el motor de la evolución humana, es decir, que ha habido seres humanos ahí donde se puede evidenciar un amor que puede ir en contra, incluso, del propio instinto de supervivencia. Por tanto, la felicidad, la realización personal y el sentido de la vida están en el amar.
Sin embargo, a título del amor también se observa mucho sufrimiento. Quién no ha tenido una experiencia de dolor relacionada con el amor, ya sea por un amor no correspondido, por una traición del ser amado o por una ruptura que ha generado una crisis personal. Y si no lo hemos visto en nosotros mismos, seguro que cerca nuestro alguien ha sufrido por amor. Estos sufrimientos no están relacionados a la inclusión del sacrificio en el amor. Por supuesto que el amor verdadero siempre requerirá de sacrificio por el bien del amado. El sufrimiento al que me refiero deriva de incompletos conceptos de amor o del desarrollo de apegos patológicos a partir de los cuales se crean relaciones de co-dependencia, también llamados tóxicos, que desfiguran el amor de pareja.
La raíz, en la mayoría de los casos de los amores tóxicos está en buscar la autovaloración o la felicidad entera en el otro, en lugar de compartir la propia o construir juntos una compartida.
Veamos en esta pequeña reflexión, algunos “relatos o dichos” que pueden patrocinar y sostener en el tiempo, el sufrimiento en el amor:
Somos uno solo
El primero es el dicho bíblico de ser una sola carne o de ya no son dos, sino uno solo. Este dicho contiene una gran verdad para el cristianismo, pero suele ser mal interpretado. El ser una sola carne, no se está refiriendo a la mimetización, o a la absorción de un ser por sobre el otro, sino a mantener una perfecta comunión en la entrega mutua del amor. Son dos seres diferentes que están llamados a unirse en comunión de amor, en una perfecta unidad desde la diferencia. Es un llamado a que suceda entre el hombre y la mujer lo mismo que sucede en el amor trinitario. 3 personas distintas, perfectamente unidas en un mismo Dios. Muchas patologías de pareja ligadas a los celos, dependencias, relaciones absorbentes, etc. son justificadas con la mala interpretación de este dicho.
Eres mi media naranja
El segundo dicho es el famoso: “Eres mi otra mitad” o “Eres la mitad que me faltaba”. Si el primero suele estar mal interpretado, este no guarda sentido en sí mismo. En este dicho se refiere a la persona, no como un todo, sino como una mitad. La lógica sería: “para ser completo (feliz, valorado) necesito de alguien más”. Una variación del dicho es: “encontré mi media naranja”. La realidad es que, en las relaciones de pareja, no existe tal unión de medias naranjas. Existe la unión, valga la metáfora, de la pera con la naranja, de la sandía con el limón o de la frutilla con el durazno, es decir, de dos personas enteras que necesitan trabajar hacia adentro, para aportar a la relación la propia felicidad y autovaloración construidas en lo individual. Lo contrario solo traerá penas y angustias.
Somos el uno para el otro
Idealizar una persona y nunca encontrarle defectos suele traer amargas consecuencias con el tiempo. Es muy frecuente que esta idealización sea más común en quien tiene temor a la soledad, o lo que es peor, temor a estar consigo mismo. Una sana relación de pareja suele tener mejor pronóstico cuando se basa en un conocimiento previo y en la construcción de una amistad. En una amistad sana se buscan puntos de encuentro en criterios y actividades clave, pero también se explora las diferencias en posturas, costumbres, estilos de vida, etc. Llegando a aceptar y respetar lo que no compartimos. Tomar decisiones bajo el relato de que “somos uno para el otro” en medio de la nube del enamoramiento y cuando no ha pasado un suficiente tiempo que permita conocer bien a la persona, suele traer amargas consecuencias.
El mito del Príncipe Azul
Una variación del anterior dicho de «Somos el uno para el otro» es el mito del Príncipe Azul. Si bien este no es un dicho, si es un mito que está presente en la mente de muchas personas. Consiste en esperar a ese príncipe o princesa que me «salvará» de mi torre alta de soledad, tristeza o sinsentido. Existen al menos 2 problemas con este mito: El primero es que se desaprovechen relaciones posibles solo por que la persona no concuerda con la idealización perfecta del príncipe azul. El segundo es que todas las parejas sean príncipes o princesas azules, haciendo muy difícil afrontar la ruptura cuando las cosas no salen bien, y es que ¿Cómo se puede abandonar una relación con mi princesa o príncipe azul?
En estos últimos dos relatos en particular, no falta el que justifica todo diciendo: “conozco una persona que enamoró 2 meses, se casó y ahora tienen 25 años de casados y 4 hijos y son felices, ella encontró a su príncipe azul”. Si bien este tipo de historias pueden ser ciertas, no representan la mayoría de los casos. Es bueno dejar en claro que suele ser imprudente tomar decisiones a partir de excepciones. Lo cierto es que la mayoría de las relaciones que se apresuran a formalizar su relación pensando que han encontrado al amor de sus vidas, y se casan o se ponen a convivir, no suelen llegar a buen término.
Puede haber otros muchos relatos que justifiquen los comportamientos tóxicos a la hora de amar, pero con estos tenemos suficiente por el momento.
Lo importante es hacerte estas dos preguntas: ¿Estoy sufriendo innecesariamente en mi relación de pareja? Y ¿Cómo justifico ese sufrimiento? o ¿Con qué dicho lo justifico? Ser libre de los relatos que nos hacen eternizarnos en el sufrimiento sin sentido, nos garantizará ampliar nuestros conceptos de amor y atrevernos a ser verdaderamente felices en pareja.
