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CONFLICTO Y CRISIS EN LA PAREJA: DEL AMOR AL ODIO

Teresa Moratalla

Pareja    /    31 enero 2022

La formación de una pareja es vivida siempre como una nueva experiencia relacional que, como es esperable, se integra en todo el entramado de experiencias relacionales anteriores que ha tenido la persona, experiencias no solamente de pareja, sino relacionales en general.

Si ampliamos (o reducimos, según se mire) la mirada a disciplinas un poco diferentes, podemos incluir los aspectos neurobiológicos y a nuestro cerebro como órgano donde impactan nuestras experiencias, creando redes neuronales de aprendizaje. Desde esta mirada, podemos decir pues, que una nueva experiencia relacional, formará una nueva red neuronal que se insertará en redes neuronales ya establecidas ampliando los márgenes de nuestro aprendizaje.

Cada nueva experiencia relacional, desencadena a su vez una emoción y una cognición o dicho de otra forma, una experiencia emocional y una experiencia cognitiva que puede constituirse en creencia.

Cuando se comienza una nueva relación, lo primero que se produce es una percepción, que se da a través de los sentidos, vista, olfato, gusto, tacto y oído. Un color, un aroma, tacto suave, una música, etc., percepciones que se dan todas a la vez y que conforman la experiencia. A través de la percepción se sucede una emoción; si la música me evoca algo agradable, la emoción será agradable, si el aspecto me resulta atractivo, la emoción será excitante…; la emoción se notará en el cuerpo, calor, escalofrío, tensión…y aparecerán las cogniciones respecto a uno mismo y respecto al otro, me gusta, le gusto… 

La historia de amor: 

El proceso mediante el cual se pasa de una experiencia relacional nueva a una historia de amor, es una cadena de emociones y cogniciones, un mapa de creencias que se crea a través de la relación, y que opera en diferentes direcciones, con respecto a uno mismo, con respecto al otro y con respecto a la propia relación. A partir de ahí, la narrativa se construye, las reglas y los roles se generan y el poder se organiza. El entramado relacional se crea y la historia se cuenta.

A través del tiempo y de las experiencias tanto positivas como negativas, la relación adquiere diferentes formas, a veces más pasionales, otras más amorosas y poco a poco se van tejiendo nuevas redes, que pueden llegar a conformar una nueva relación de apego con las características ya conocidas de este modo relacional, es lo que podemos llamar, el apego de la pareja. El apego en la pareja, genera sosiego y confianza, conformando un contexto relacional seguro, que ofrece soporte y estabilidad, sin embargo, muchas parejas a pesar de su propia historia y de pasar por diferentes fases, entran en etapas de crisis y de gran conflicto, pasan del amor al odio.

¿Cómo se generan las crisis?

 Las historias relacionales pasan por diferentes etapas, el propio ciclo vital tanto individual como familiar, nos obliga a avanzar en la vida a través de momentos más fáciles o más difíciles y si añadimos los life events a los que todos estamos en ocasiones sometidos, es claro que el tiempo no pasa y nada más.

Las relaciones ante los avatares vitales se van adaptando a veces mejor y otras peor, sin embargo, hay situaciones relacionales altamente significativas, en las que la relación se ve seriamente afectada, estas situaciones son puntos de inflexión que generan cambios relacionales en diferentes áreas y que se convierten en “heridas de apego”.

A estos puntos de inflexión, los podemos denominar “nudos relacionales”, nudos como metáfora, puesto que cuando hay un nudo la relación se encalla, no puede fluir y se enquista. El conflicto se manifiesta en cualquier área y, de cualquier forma, pero el trasfondo que se puede situar en el tiempo, esta significativamente relacionado con lo sucedido anteriormente.

Los “nudos” se crean ante experiencias vitales muy estresantes que provocan cambios sustanciales en la pareja:

  • Provocan estados emocionales de gran dolor: La traición, la decepción, el abandono, son algunos nudos que podemos encontrar detrás de las crisis. La experiencia de dolor mantenida en el tiempo se convierte en rencor.
  • Implican cambios estructurales en la relación de la pareja y también cambios en los roles de poder, se pierde la capacidad de adaptación y la flexibilidad, y se entra en una simetría rígida, que puede manifestarse de forma activa o pasiva.
  • Generan creencias bloqueantes que no permiten el avance de la relación, impiden la resolución de la crisis y el éxito de la terapia, en caso de ayuda terapéutica

La pareja entra en crisis permanente, que no logra resolverse y que provoca en muchas ocasiones psicopatología, además de un gran sufrimiento en la pareja.

¿Cómo se pasa del amor al odio?

Los nudos, nos muestran el «cuando cronológico», y nos indican con claridad que pasó en el área de las acciones, y también el “cómo emocional» y el “que cognitivo».

Si seguimos el esquema percepción/emoción/cognición, observamos cómo se van perdiendo las emociones relacionadas con el amor y se van insertando otras como el odio.

  • Percepción: Expresiones faciales, actitudes corporales, tonos de voz, gritos, palabras, insultos, etc.
  • Emociones de: angustia, miedo, desánimo, frustración, decepción, humillación, rabia, rencor, etc.
  • Cogniciones respecto al otro: no me quiere, es malo, me quiere hacer daño, no le atraigo, etc.
  • Cogniciones respecto a uno mismo: no soy atractivo, no valgo suficiente, soy poca cosa etc.

La pareja además crea lo que podríamos llamar “bucles de relación”, secuencias repetitivas que acaban reforzando el conflicto y la manteniendo la sensación de fracaso, algunos de estos bucles son:

  • Gato/ratón: Uno persigue al otro tratando de que entienda lo que no le gusta o lo que cree que debe cambiar, y como más lo persigue el otro más se escapa, y como más se escapa el otro más lo persigue.
  • Los boxeadores: Ambos entran en escaladas simétricas que llegan a puntos cada vez más álgidos, como pérdidas de respeto o incluso violencia, que acaban en pausas, cada vez menos duraderas, en las que el conflicto se mantiene, pero sin entrar en escalada.
  • Los mudos: No hay conflicto abierto, sino un desierto comunicativo, la distancia se apodera de la relación y el conflicto se mantiene soterrado y opera desde posiciones agresivo-pasivas.

Podemos encontrar muchos otros ejemplos, pero todos ellos, nos muestran lo que ocurre en el presente, mientras que pocas veces podemos observar lo que realmente está detrás de la forma de relacionarse.

Mientras transcurre el tiempo un desierto afectivo ocupa el espacio relacional, desaparece la complicidad y la intimidad, ejes de una relación sana, y su lugar acaba ocupado por el combate y el distanciamiento. Del amor se ha pasado al odio.

Teresa Moratalla nos acompañará como docente en el Curso Online: Experto en Terapia Familiar Sistémica, que comenzará el 12 de febrero del 2022. Más información: Consultora Dynamis » Experto Terapia Familiar Sistémica Versión Online

Parte del artículo publicado en la revista Mosaico Nro 72, el 10 de abril de 2019.

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Lorena Jauregui
Lorena Jauregui
2 años hace

Me intersa

Carmen Muller
Carmen Muller
2 años hace

Excelente artículo

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