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Edificar sobre la Roca

Ricardo Seoane Gutiérrez - Consejero Matrimonial y Familiar

Espiritualidad    /    12 noviembre 2020

Jesús enseñó la siguiente comparación:
24«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre sabio que edificó su casa sobre roca: 25. cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. 26.Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre necio que edificó su casa sobre arena: 27cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.» Mateo 7, 24-27

Este texto tomado del Evangelio de Mateo hace un cierre precioso de muchas enseñanzas que Jesús vienen predicando en los capítulos anteriores. En ella se narra la diferencia entre el hombre sabio (exitoso, feliz) y el hombre necio (fracasado).

El necio construye su casa sobre arena, el sabio sobre roca. Está claro que el sabio es prudente y conoce el terreno en el cual está construyendo. Sabe que es muy posible que el temporal golpee la edificación por lo que necesita construir sobre terreno sólido y resistente, aunque le sea más difícil y largo el construir.

El necio en cambio, prefiere construir en un terreno más fácil. No tiene que moldear la roca, sino que solamente tiene que construir encima de lo que ya hay. El necio es imprudente ya sea porque no ha mirado más allá de ese momento, es decir, que no haya considerado el posible mal tiempo o porque piensa que su frágil casa va a resistir el embate del temporal.

Algo muy interesante es que la tormenta les llega a ambos. Vale decir que la tormenta de la enfermedad, la muerte, la crisis, la decepción y toda suerte de males pueden llegarle tanto al sabio como al necio. La diferencia es el suelo donde se construye la casa, es decir, la fortaleza de los cimientos que se tiene para enfrentar dicha tormenta.

¿Qué podría significar entonces la roca y la arena? Jesús compara construir sobre la roca a escuchar y poner en práctica sus palabras y construir sobre la arena, a escuchar y no poner en práctica sus palabras. Ambos, el sabio y el necio, escuchan las palabras de Jesús. Por lo tanto, el problema no está en escuchar sino en “cómo escuchar” y en “aplicar” lo escuchado.

Detengámonos, entonces, a reflexionar sobre estas dos cuestiones:

Saber escuchar:

En primer lugar, saber escuchar significa poner atención a lo que escucho. Hay una diferencia importante entre escuchar y oír. Oír viene de oído, es decir que es un oír puramente biológico. Es la capacidad de captar sonidos. Escuchar significa apropiarse y darle sentido a lo que oigo. Por tanto, una primera actitud para saber escuchar, es hacerlo con todo nuestro ser. No por nada el gran credo primitivo de los judíos (el Shemá) comienza con la frase: «Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh. Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.» Dt 6, 4-5

La segunda actitud, que complementa la primera es que a Jesús hay que escucharlo como un discípulo, es decir, escuchar teniendo una relación con el maestro. Una relación de amor, que permita sentirnos protegidos y confiados en sus palabras, aunque a veces nos parezcan desconcertantes o sorpresivas.

En la vida hemos tenido muchos profesores, pero muy pocos han sido nuestros maestros. ¿Qué diferencia existe, a mi entender, entre un profesor y un maestro? Un profesor se esfuerza por que aprendamos o hagamos cosas buenas y útiles, pero un maestro busca que seamos buenos, sanos y felices y se compromete con ello. Y precisamente por eso, Jesús es el Gran Maestro pues se compromete con nuestro bienestar hasta entregar su vida por amor a nosotros.

Poner en práctica sus palabras:

Aplicar lo escuchado no se trata de cumplir unas cuantas reglas y algunos criterios éticos. Para realmente poner en práctica sus palabras es necesario entrar en el camino del discipulado, es decir, no hacer de la fe ni de Dios un medio para alcanzar un fin sino un fin en si mismo. Al inicio de nuestro acercamiento a Dios, muchos de nosotros hemos visto en Él una clave para atravesar por el dolor, la angustia, la crisis, la enfermedad o la muerte de un ser querido. Eso es absolutamente válido, pues no importa como lleguemos a la casa del padre (pensemos en el hijo pródigo) Él siempre nos va a recibir. Pero Él no quiere solo curarnos en ese momento, Él quiere vivir en nuestra casa, y por eso nos invita a edificar sobre Él mismo.

Conclusión:

Podemos decir, entonces, que edificar sobre la roca es:

  1. Aprender a escuchar y apropiarnos de sus palabras, reconociendo en Él al Gran Maestro de nuestras vidas.
  2. Desarrollar una relación personal y estable con aquel que nos amó hasta la locura de la cruz.
  3. Ser fiel a Él poniendo en práctica su palabra sabiendo que con su gracia todo es posible.

Si logramos construir nuestra vida sobre esta roca, podremos declarar y dar testimonio de que por más aguda y aterradora que sea la tormenta, ¡nuestra casa No caerá!

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Oswaldo Raúl Quijandria

Felicitaciones por la coherencia del desarrollo teológico de la parábola ,estructurada para un entendimiento completo y de compromiso personal con Jesús y su palabra. Creo hubiera complementado con mas partes de la Palabra. Como por ejemplo : Apocalipsis 14,12. ICor.15,55. Mt. 16,15-18

Lisa
3 meses hace

Me encanto esa enseñanza me habló mucho a mi vida personal con Dios

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